Citas
A menudo la potencia de una sentencia, expuesta en forma de cita, de aforismo o de dicho, expresa de manera clarividente un conjunto de ideas concentradas o incluso una visión global sobre algo. Esta manera concisa de expresión no sale de la nada sino que se proyecta desde la raíz o esencia de una persona o grupo social determinado.
Lo que nosotros denominamos realidad está hecho de cosas que no pueden ser vistas como reales
Niels Bohr (S. XX)
Hace casi cien años este eminente físico contribuía, junto a otros, a constatar que el mundo subatómico que está escondido a nuestra percepción apenas puede ser entendido con los parámetros impregnados de la lógica y del sentido común que nos sirven para entender la realidad en la que estamos. Y nos alertaba, con absoluta seguridad, de que lo que creemos conocer tal vez no es real porque lo que lo compone es tan extraño para nosotros que se aleja por completo de cualquier cosa que nos es familiar.
Lo curioso es que esta aparente paradoja sí es real: nada tiene que ver el comportamiento del mundo subatómico con nuestro mundo perceptible. El que una partícula pueda estar en varios sitios a la vez, o que su información pueda trasladarse a mayor velocidad que la de la luz, o que sea una simple manifestación de la energía, o que su comportamiento no obedezca a una causa sino que sea indeterminado… nada tiene que ver con todo aquello familiar que nos rodea; pero está sobradamente demostrado que es así.
Saber que todo lo que nos compone –billones de billones de partículas con una idiosincrasia absolutamente extraña para nosotros- está impregnado de esa incertidumbre nos cuestiona sin duda lo que hasta ahora parecía que teníamos claro y seguro, y nos abre la mente a un mar de dudas: ¿qué es lo auténtico o lo que predomina, aquello que percibimos o aquello que no vemos?, ¿qué puentes, hasta ahora ignorados, conectan nuestra realidad con la extraña certidumbre del mundo subatómico?, ¿nuestra identidad humana es el punto de referencia o único filtro a través del cual debemos considerar todo lo demás o no existe una objetiva autenticidad respecto a la cual todo se pueda comparar?, ¿estamos empezando a vislumbrar la esencia de todo, escondida en esos diminutos granos de espaciotiempo, o estamos iniciando un camino en el que otras posibles esencias se diluyen en el infinito?
Cada cual piensa que él está en la cima, y que su ideal es el ideal de la humanidad
F. Nietzsche (S. XIX)
Es una sensación natural, tal vez intrínsecamente ligada a nuestra existencia: cada uno de nosotros se cree en el centro de todo lo que le rodea como si fuera el eje sobre el que todo orbita. En realidad es así porque sólo somos capaces de conectar con el mundo a partir nuestro interior, en el que estamos atrapados y sin el cual no seríamos nada. De ahí el culto extremo de Nietzsche a la individualidad; la perspectiva de nuestra verdad particular es, con seguridad, diferente a la de las otras personas, pero es única y muere con nosotros.
Traspasar los límites de nuestra singularidad, situándonos en el contexto amplio de la humanidad, de la vida y del universo, es probablemente el reto intelectual primordial que cada uno de nosotros tiene ante sí durante su existencia.
Que el hombre, volviendo en sí, considere lo que él es en comparación con lo que es; que se vea a sí mismo como perdido, y que, desde esa pequeña celda en la que se encuentra alojado, quiero decir el universo, aprenda a estimar la tierra, los reinos, las ciudades, las casas y a sí mismo, en su justo valor. ¿Qué es el hombre en el infinito?
Blaise Pascal (S. XVII)
Independientemente de la época que a una persona le toque vivir siempre se nos revela la disyuntiva de trascender o no aquello –social, político, religioso…- que nos liga a la realidad i situarnos, como dice Pascal, en el infinito. Esta percepción intelectual, reservada sólo a unos pocos que asumen el reto de esta visión global, incide directamente en la manera de relacionarnos con nuestro entorno y en la reconsideración del justo valor del hombre en todo aquello que le rodea, incluso dentro de él mismo. Este patrón de relación con el TODO es universal y atemporal: hoy, a pesar de la ingente evolución del conocimiento, estamos en el mismo punto que Pascal ante este infinito insondable.