¿Quién soy? No sé

¿Qué soy? No sé. ¡Siento no poder decir nada esencial sobre mí!.

Si lo supiera, no sería de este mundo. Mis datos -edad, profesión, lugar de residencia, formación…- no son representativos de lo que soy; son accidentes que no dicen casi nada.

Sí creo ser un ser humano, un miembro más de esta especie animal. Y, como todos, me ocupo de mi supervivencia para preservar mi propia existencia.

En el presente soy un individuo con una edad que me permite avistar un pasado amplio con una cierta perspectiva. Diviso cómo me he ido moviendo por el mundo dedicado a quehaceres que casi siempre han implicado una interacción directa y constante con otras personas, siempre inmerso en la incertidumbre de los detalles cotidianos de mi vida individual y colectiva. Todo ello, por supuesto, enseña y es susceptible de ser aprendido.      

Y, mientras se vive, a uno le salen al paso las mismas preguntas que el resto de humanos a veces se hacen y que siempre se han hecho: ¿por qué vivo?, ¿para qué vivo?, ¿soy algo?, ¿qué tiene que ver lo que me rodea conmigo? Nunca me he podido responder a nada de todo esto, aunque siempre lo he perseguido y lo sigo haciendo.

Con el tiempo me he reafirmado en el convencimiento de que no existen explicaciones definitivas, a pesar de que el colectivo humano siempre ha pretendido poner un poco de luz en esta oscuridad. Y he visto que a lo largo de nuestra historia otros seres humanos han transitado los mismos caminos con las mismas preguntas esenciales en el horizonte: unos especulan, otros se amparan en soluciones religiosas definitivas, otros sólo creen en lo que pueden demostrar o comprobar… Mi convencimiento, después de tantos años de cavilaciones, es que ninguno de ellos está en lo cierto y que todos tienen su parte de respuesta.

Si tuviera que destacar algún rasgo distintivo personal, resaltaría mi firme voluntad de globalidad. Estamos en una época en la que la fragmentación y especialización del conocimiento altera profundamente la persecución de una perspectiva global y, por lo tanto, sitúa a unos grupos del saber en compartimentos estancos respecto a otros. La apuesta por buscar esencias unificadoras del saber es lo único capaz de ayudar en la búsqueda del sentido de la existencia de nuestra especie; estoy en esa línea.     

No puedo deciros mucho más de mí, aparte de la etiqueta con la que me conocen: algunos me llaman Luis; otros, Lluís; otros, con un poco más solemnidad, Luis de la Fuente; y otros, los más formalistas, Luis de la Fuente Hita.

Alguna cosa así, soy.