Los seres humanos somos capaces de pensar y explicar gran parte de lo que nos rodea, e incluso gran parte de lo que somos, mediante dos potentes recursos racionales que poseemos: la comprobación de lo que decimos y la especulación con la que nos aventuramos a decir. A pesar de esta habilidad nuestra realidad entendible sigue rodeada por un vacío infinito de desconocimiento que sólo nos es levemente accesible cuando entran en juego nuestras emociones. La combinación de la razón y el sentir es lo único que nos puede abrir las puertas a la consciencia del TODO y, al mismo tiempo, a nuestro profundo sentido en este contexto.