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El ser humano y el TODO

A partir de la rememoración indispensable de los vídeos anteriores, en los que se hizo un breve esbozo de lo que la ciencia está aportando a la comprensión de la realidad, entramos ahora de lleno en el mundo del pensamiento humano.

Ahora seguimos con los mismos asuntos eternos e invariables entre manos, en especial con lo que es aquello que no sabemos qué es y cuál es su relación con lo humano. Necesitamos revisar qué es lo que se ha dicho a lo largo de los siglos y, a partir de aquí, qué es lo que puede aportar nuestra época al futuro del saber de la humanidad. Nos sumergimos con estas grabaciones en la aventura humana de buscar nuestro sitio en el TODO.

Hay un TODO (1)

 ¿Qué es el TODO? El TODO es el infinito lleno de algo, sea lo que sea este algo. La inexistencia de la nada, absolutamente inaprensible por nuestra mente, intensifica la consistencia y coherencia del TODO como única alternativa compatible con nuestra razón. ¿Qué es el TODO para el hombre? Es lo máximo que ansiamos conocer –valiéndonos del pensamiento, hoy respaldado más que nunca por la ciencia- que contiene la realidad de la que formamos parte, limitada por lo grande y por lo pequeño. Así, nuestra profunda e ineludible relación con la esencia del TODO constituye la esencia sublime de nuestra humanidad.

El TODO en la antigüedad (2)

La idea de un absoluto infinito que nos supera y que nos contiene siempre ha estado presente entre los hombres; así ha sido desde que tenemos referencias. Fue atendida y considerada con esmero en oriente: los hindús hablaron de ella como el BRAHMÁN y en China algunos se referían a esta idea inaccesible como el TAO. Apareció también con fuerza en los momentos iniciales de nuestra cultura, en la Grecia antigua, y le dieron el nombre de SER. La especulación sobre el infinito, esbozada de la manera que lo hicieron los pensadores de hace más de 2000 años, NO ha caducado en absoluto. Se ha extendido a lo largo de los años hasta llegar a nosotros casi incólume

La idea del TODO se extiende hasta hoy (3)

Durante estos últimos dos mil años de nuestra historia pocos se han rendido a la evidencia de que lo absoluto supera incluso la idea divina que sustenta las religiones y de que, al mismo tiempo, nos convierte en limitadas marionetas controladas por esa infinitud incompresible. La sustancia de Spinoza, la voluntad de Schopenhauer o el recuperado ser de Heidegger son sin duda hitos del pensamiento libre y emancipado, no condicionado por la creencia en la superioridad de un ser divino o incluso por una presunta omnipotencia humana.   

La idea del TODO hoy (4)

Hoy hay mucho más que decir sobre el TODO o al menos de la parcela que constituye nuestra realidad, a la que ha contribuido de manera decisiva la ciencia. Pero la pretensión de la ciencia de ocuparse únicamente de lo demostrable es precisamente su debilidad porque cierra las puertas a la especulación, ingrediente imprescindible del pensamiento. Aun así el prestigio de la ciencia ha eclipsado el pensamiento tradicional, que parece adormecido. Lo que hoy toca es despertar aquellas ideas de ser, tao, brahmán, voluntad o sustancia, redefinirlas con una fresca dosis de especulación y matizarlas con lo que la ciencia nos está aportando; sólo así nos podremos acercar de nuevo a la idea perenne del TODO.

El límite de la realidad (5)

En la época de Galileo el pensamiento se tambaleaba al intentar explicar la relación entre el Sol y la Tierra. Hoy los límites del saber se han extendido enormemente hasta los confines de lo grande –más allá del Big Bang- y de lo pequeño –lo que las teorías de cuerdas y de la gravedad cuántica de bucles nos están pretendiendo esclarecer-, pero la sensación de vértigo intelectual es la misma que en épocas pasadas.

Las puertas que esos límites nos abren a un TODO inacabable y enigmático son las mismas de siempre. La realidad, marcada por estos límites fronterizos, sigue siendo hoy el mismo trocito de infinito que siempre ha sido.

Lo que no es razón (6)

Mediante la utilización de nuestra razón, como ya hemos visto, los hombres hemos podido llegar a grados extraordinarios de conocimiento de la realidad, tanto por medio de lo que nos ha aportado la ciencia como sirviéndonos de nuestra propia especulación. Pero lo que nos distingue como humanos no sólo es nuestra razón sino también nuestra capacidad de sentir. Sintiendo, ya sea de una manera espontánea o estructurada, somos capaces de traspasar las fronteras de lo conocido y de tocar aquello desconocido que en apariencia nos está vetado.

En realidad razón y sentir son dos caras de la misma moneda, profundamente interrelacionadas, que los hombres tenemos la obligación de combinar y coordinar de manera adecuada para poder delimitar nuestro sentido en el infinito.  

¿Una teoría del TODO? (7)

Los seres humanos siempre hemos ansiado vislumbrar el misterio del absoluto, que sabemos que está ahí y que es el manantial último de nuestro sentido. Los avances de la ciencia y del pensamiento en la actualidad nos tientan a contemplar con optimismo pueril la posibilidad de alcanzar por fin una teoría del todo, a pesar de ser conscientes de que en el fondo nuestra limitación nunca podrá asumir la infinita complejidad del TODO. Sin embargo el intento de trascender lo familiar y de mirar hacia el infinito, que ha sido una constante de nuestra historia evolutiva, es lo que reafirma precisamente nuestra humanidad más profunda.   

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2 comentarios

  1. Hola Luis!
    Perdona por no haber escrito nada , ya que con el ritmo del trabajo de la escuela y con dia a dia del resto de las ocupaciones no he dedicado el tiempo a leer y escuchar tu WEB.
    Me he propuesto hacerlo en estos dias de vacaciones.
    Un fuerte abrazo y gracias por compartirlo.

    1. No hay problema, Isabel.
      El contenido es diverso y muy amplio. Lo más difícil es pasar de la primera página, pero después, en caso de hacerlo, te introduces en un universo de pensamiento que puede llegar a ser extremadamente atractivo

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