Vivir la vida buscando el sentido

Vivir la vida

Somos unos seres no divinos que han evolucionado junto a otros seres en un hábitat compartido. Gracias a la ventaja de poseer un cerebro muy desarrollado hemos aprendido a situarnos en lo que nos rodea adaptándolo en beneficio propio, fundamentalmente ejerciendo esa capacidad tecnológica –entendida en sentido muy amplio, desde que construimos el primer hacha de piedra hasta la última nave que navega por el sistema solar- que hemos ido perfeccionando a lo largo de miles de años. Las cotas de desarrollo que hoy hemos alcanzado son descomunales, sobre todo durante estos cien últimos años, lo que ha desembocado en un dominio casi absoluto del medio colindante  y del planeta, que actualmente está más que nunca a merced de nuestros deseos. Este control del medio nos está garantizando, en apariencia, la consolidación de una existencia mucho más libre de amenazas, aunque descuidando los efectos que la imposición de nuestra flamante tecnología supone para el resto del ecosistema del que formamos parte.

Buscar el sentido

Una singularidad casi olvidada de nuestra esencia humana es la capacidad que tenemos de trascender la realidad que nos contiene. Ejercer esa competencia exclusiva del ser humano implica dar un salto mental que nos despega de lo conocido –la realidad- y nos catapulta hacia lo ignoto. Sin duda este salto es incómodo porque tiene el efecto secundario de constatar nuestra extremada limitación en el contexto del infinito.
A lo largo de nuestra historia, y también en el presente, pocos se han atrevido a acometer esta andadura. La mayoría han preferido vivir con los pies en el suelo o, como máximo, adjudicando una solución mágica a lo desconocido para poder así vivir tranquilos. Pero es precisamente esta osadía intelectual la que ratifica nuestra diferencia frente al resto de especies vivas del planeta. Lo tecnológico, que no es exclusivo de los humanos, nos permite controlar mejor lo tangible de la realidad; la ensoñación nos lleva mucho más allá, nada menos que a tocar el infinito en busca de nuestro sentido.


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